Más allá de los adornos, las decoraciones que a veces coquetean con lo barroco, en la arquitectura lo más importante debiera ser la funcionalidad de los espacios, que mantengan una relación intrínseca con el objetivo bajo el que fueron erigidos.
Con esta idea en mente, el despacho RIMA Arquitectura, un taller multidisciplinario afincado en la Ciudad de México que cuenta con más de diez años de trayectoria, edificó Puerto Banús, un restaurante enclavado en una de las zonas más exclusivas de la capital mexicana.
Para este proyecto, la firma cuidó de manera primordial que el arte culinario fuera paralelo a la arquitectura, tratando de que este paralelismo escapara de lo obvio y lo formal, para partir así de la misma experiencia gastronómica: los aromas, el gusto y las texturas serán protagonistas. Como resultado, el restaurante se reinterpreta en un espacio íntimo y acogedor.
Puerto Banús está compuesto por dos áreas fundamentales: el salón principal y la terraza, que se conforman como un concepto íntegro. En el salón resalta el contraste entre los materiales —madera, acero y granito— todos finamente trabajados de tal manera que otorgan al espacio un ambiente contenido, cálido y con profundidad, brindando al mismo tiempo una experiencia de confort y bienestar.
Por su parte, la terraza se planeó como un sitio abierto y natural, logrado gracias a la disposición de la vegetación y a la naturaleza circundante obtenida de los acabados raw material, es decir, la materia prima antes de ser sometida a un proceso de industrialización. Esta combinación produjo un balance entre la madera y el acero, que en el conjunto completo del restaurante lograron que el mobiliario y la arquitectura tengan un rol sumamente importante en la experiencia de Puerto Banús, llena de equilibrio y armonía.
Texto: Yaheli Hernández
Fotos: Frank Lynen, cortesía de RIMA Arquitectos