La habitabilidad del espacio arquitectónico
Adán Lozano fue testigo de cómo un día, entre la gente que se agolpaba para ver la casa número 21 del sorteo del Tecnológico de Monterrey, un niño comentó al salir: “Oye, mamá, cada día hacen más feas las casas”. Corría el año de 1972 y el tema era inevitable en las fiestas y reuniones de la sociedad neolonesa: había quien opinaba que era lo mejor que se había hecho y quien todo lo contrario. Tanto los elogios como las críticas acerbas no hacían más que aumentar la curiosidad de los visitantes. Con elementos que ahora nos parecen tan simples como un tragaluz hacia el área de la sala, espacios más amplios y el uso de un solo material en toda la construcción, la residencia rompía con los valores convencionales de la arquitectura local, arraigada en los modelos norteamericanos. Incluso los miembros del comité comenzaban a arrepentirse de su decisión de elegir al entonces joven arquitecto, pero la venta total de los boletos un mes antes del sorteo les hizo volver la sangre al cuerpo y repetir la experiencia en tres ocasiones más con las casas 23, 25 y 121.
Considerado uno de los pioneros de la arquitectura moderna en Monterrey, Adán Héctor Lozano Arrambide nació en Zuazua, Nuevo León, donde vivió gran parte de su infancia antes de mudarse a la capital del estado y graduarse en el ITESM en 1958, en el que más adelante se desempeñaría como catedrático en varias ocasiones. Una de sus grandes preocupaciones ha sido la de encontrar soluciones contemporáneas, racionales y acordes al devenir histórico y al contexto social para hacer más habitables los espacios arquitectónicos, con un diseño tal y una calidad que provoquen emociones estéticas como el entusiasmo, el gozo y la serenidad. La firma que hoy dirige junto a su hijo Mauricio Adán ha sido el campo de cultivo profesional para varias generaciones de arquitectos que han seguido sus pasos.
Premio Trayectorias Monterrey 2017: así fue
En un principio —igual que muchos de sus compañeros en la universidad— siguió muy de cerca a los grandes maestros de la arquitectura internacional, es especial a Le Corbusier, aunque sus reflexiones y experiencias le conducirían después al llamado formalismo purista o formalismo nacionalista que incentivaran personajes como Ignacio Díaz Morales o Luis Barragán. Con todo, no han sido estas más que estaciones que le han orientado en su búsqueda de una arquitectura contemporánea y mexicana, a las que finalmente ha abandonado o cambiado por otras. Su única influencia constante han sido las casas de muros gruesos y pequeños claros que tanto le impresionaran en su pueblo natal.
Nunca estática, pues con los años incorporaría propuestas emergentes como la sustentabilidad, la obra que le ha valido un gran reconocimiento se inscribe en el rubro del diseño residencial, de paisaje, de apartamentos, clubes deportivos y sociales, oficinas y proyectos comerciales, siempre dentro del territorio nacional. Proyectos como El Santuario, Parroquia del Rosario, Conjunto Santa Engracia, Las Campanas, Olinalá, Ángeles, Chipinque y La Corona han merecido los premios Sembradores, Calli de Cristal y Obras Cemex, estos dos últimos en innumerables ediciones.
Actualmente Adán Lozano es miembro del Consejo Directivo del Colegio y la Sociedad de Arquitectos de Nuevo León y arquitecto emérito de la Academia Nacional de Arquitectura. Y, por supuesto, nuestro distinguido con el galardón Trayectorias 2017.
Texto: Carlos Vicente Castro
Abrazos al arquitecto Adán Lozano, excelente persona de gran profesionalismo, merecidos reconocimientos dan crédito a su notable labor . Saludos de un alumno de hace algunos ayeres.
Atentamente
Benito Nogueira Ruiz