En 1542 nació la capital de Yucatán, y una de las más bellas calles de Mérida lleva el nombre de su fundador, Francisco de Montejo y León, como homenaje a la rica fusión entre culturas que ha formado a uno de los atractivos locales, el Paseo Montejo. Justo allí, en 2016, se inauguró Península Montejo Lifestyle Center como una “prolongación natural del Paseo Montejo”, explican sus autores, los arquitectos Carlos Quesnel, Juan Carlos Seijo y Javier Muñoz.
El espacio de usos mixtos que alberga áreas de oficina, residenciales, de comercio, restaurantes, salas de cine y una universidad, surgió como una iniciativa de integración urbana, así señalan los arquitectos: “la gran apuesta del edificio es ser inclusivo con la ciudad, dejar que Prolongación Paseo de Montejo entre al conjunto y pase a través de él. Con esto se logra tejer el espacio urbano y generar un flujo comercial en el corazón del proyecto”.
Sobre un terreno de casi ocho mil metros cuadrados, este proyecto se desarrolla casi sin exposición comercial frontal, dotando así al espacio público de una apuesta más estética que de mercadotecnia, algo atípico en edificios de este tipo. A partir de dos módulos perpendiculares y unidos por corredores, varias terrazas ofrecen a los visitantes la suficiente sombra para sentarse y platicar, para caminar y continuar la mirada que ya dejaron los bulevares franceses, museos, mercados y monumentos del Paseo Montejo.
“El volumen de oficinas queda asentado sobre estos dos cuerpos comerciales, escalonándose a la ciudad, pues es un edificio que no pretende gritar con su presencia. Una intervención donde la escala juega un factor definitivo en el emplazamiento del volumen vertical. Se comienza con una escala íntima hasta llegar al centro del proyecto para generar una terraza pública”, así observan a Península Montejo sus creadores, rememorando la sencillez de un edifico que surge de las necesidades de sus clientes y de sus usuarios finales, meridanos y turistas.
Un paseo por una de las calles más bellas de Mérida, Paseo Montejo, ahora termina en una península, convirtiéndose en una atracción más de la ciudad que engalanó al siglo XIX en México, y que ahora se reviste de contemporánea gracias a la arquitectura de Carlos Quesnel, Juan Carlos Seijo y Javier Muñoz.
Texto: Dolores Garnica
Fotos: Arq. Manolo R. Solís