De acuerdo con los adeptos a la biofilia en la arquitectura, ésta cuenta con varias ventajas, entre las que destaca el mejorar la calidad de vida.
La naturaleza siempre ha sido fuente de inspiración para diversas artes en mayor o menor medida, por tanto, ¿por qué destaca el diseño biofílico? Para adentrarnos en el tema, primero empecemos por conocer un poco de la historia y el origen de la biofilia, pues, a pesar de que hoy en día está cobrando una gran relevancia, en realidad no se trata de una propuesta reciente.
Estrictamente hablando, la biofilia, o al menos el término, tienen su origen en el siglo XX. Erich Fromm es el primero en acuñarlo, años después sería retomado por el biólogo Edward O. Wilson, y es con él que comienza a popularizarse en el medio arquitectónico. Asimismo, si bien el significado literal de la palabra, de acuerdo con su etimología, es “amor por la vida” o “amor por lo que vive”, puede entenderse también como “amor por la naturaleza”. En última instancia, hace referencia a la necesidad del ser humano por vivir conectado con la naturaleza.
Así pues, el diseño biofílico es aquel que tiene como principio la conexión del ser humano con el medioambiente, lo que a su vez incluye la revalorización de las plantas y los animales. Por tanto, la naturaleza será un elemento de gran relevancia; al trabajar desde una perspectiva biofílica, se buscará que los espacios intervenidos evoquen a la naturaleza, para así promover la reconexión con ella.
En este punto se debe destacar que la biofilia y el ecodiseño no son lo mismo. El primero tiene como eje principal lo sensorial y el aspecto psicológico. Es decir, que las personas se sientan en armonía con su entorno: se prioriza el bienestar mental de los usuarios a partir del diseño biofílico (lo que explica por qué se está incorporando a los espacios laborales, debido a que incrementa la productividad al disminuir el estrés y aumentar la creatividad). Por otro lado, el ecodiseño se caracteriza por estar enfocado a la disminución de la huella ecológica. Ambas corrientes pueden trabajar tanto juntas como independientes.
Ahora que ya quedaron claros sus aspectos básicos, pasemos a cuáles son sus aplicaciones y características, o sea, qué implica el diseño biofílico en la arquitectura o cómo se puede reconocer.
¿Cómo se aplica el diseño biofílico en la arquitectura?
Es posible resumir sus aplicaciones en tres categorías, las cuales se complementan entre sí:
- Naturaleza en el espacio
Se refiere a la conexión visual y no visual con la naturaleza, lo que puede conllevar a estímulos sensoriales, como olores o sonidos. Espacios con jardines o fuentes. Además, esta categoría incluye la temperatura del lugar, así como la ventilación e iluminación natural.
- Naturaleza del espacio
No se ha de confundir con el aspecto anterior. Esta categoría se enfoca en el espacio en sí, en las proporciones y perspectivas. El objetivo primordial es que las áreas intervenidas provoquen una sensación de libertad y plenitud, lo mismo que otorgan lugares naturales.
- Naturaleza análoga
La imitación de formas propias del entorno natural permite conectar con la naturaleza. Esta categoría prioriza el uso de materiales, patrones, texturas y colores que evoquen elementos del medioambiente.
Para concluir, si recordamos que la biofilia no es una propuesta nueva, ¿cuál es el motivo de su reciente tendencia? La respuesta está enfocada a la propia actualidad. El incremento de la contaminación en todas sus manifestaciones, así como sus consecuencias, han provocado que el ser humano busque regresar a la naturaleza, a construir una relación más sana con el medioambiente. El diseño biofílico gira en torno a esta cuestión, por lo cual es factible augurar que continúe como una tendencia relevante en los próximos años.