La naturaleza ha inspirado al ingenio humano desde el inicio de los tiempos. Basta ver nuestras imitaciones de las alas de los pájaros al crear medios de transporte, o los elementos que usamos para intentar nadar como los peces. Desgraciadamente, en algún punto la evolución de la raza humana dejó de estar ligada a los procesos naturales, el progreso tecnológico perdió la noción de las consecuencias y ahora enfrentamos peligrosas repercusiones en nuestra relación con el planeta y su funcionamiento. A esta época se le ha denominado antropoceno, porque el hombre ha sido capaz de influir en el clima del planeta entero. Personajes como Janine Benyus han abogado por el uso de disciplinas como la biomimética y la bioingeniería para resolver los problemas de producción actuales. La vida en la Tierra tiene cerca de 4 mil millones de años, periodo que nos ha legado cerca de 30 millones de especies bien adaptadas a su entorno. Consideramos, entonces, que la biomimética no es la imitación de las formas de la naturaleza, sino tomar los principios de diseño del mundo natural y aprender de ellos. En las palabras de Benyus, el mayor reto es encontrar una forma de vida que no destruya el lugar y los recursos que cuidarán de nuestra descendencia.
Circle of Life
Un centro educativo al aire libre hecho con madera y mano de obra locales, diseñado para Puerto Vallarta, México, por la firma Avoid Obvious Architects. Es una colección de pabellones itinerantes que celebran el arte, la naturaleza y la ciencia, con la intención de apreciar la degradación natural como parte de la belleza arquitectónica. Así, un edificio no llegaría a término con su construcción, sino que el terreno donde se encuentra empezaría un nuevo ciclo de vida. ¿Qué pasaría si la arquitectura pudiera crecer, florecer y morir naturalmente, como un organismo vivo?
El proyecto es escencialmente un campo de juegos que refleja las raíces de la humanidad y la arquitectura. Dependemos de cosas vivas como las plantas, los animales y los insectos para sostener nuestro ciclo de vida; el proyecto no pretender verse como una entidad aislada, sino como una red de organismos que se alimentan unos a otros.
Seaweed House
En la isla danesa de Læsø existe la vieja tradición de usar algas marinas para los techos de las viviendas que han permanecido por siglos. La Fundación Realdania Byg compró una casa de 150 años de antigüedad y la restauró. Cerca había una residencia diseñada por el arquitecto Hanne Kjærholm. Así, la fundación se hizo del terreno entre estas dos viviendas, mientras que la firma Vandkunsten ganó el concurso para diseñar una pequeña casa de verano. El objetivo: reinterpretar la tradicional casa de algas adaptando al sitio con una intervención contemporánea.
La casa se convirtió en un edificio experimental. Las soluciones del proyecto se transformaron en una sugerencia de uso para las algas, a manera de un material ecológico y eficiente, que además respeta las costumbres locales y pone en la mesa de discusión muchos de los temas importantes que la industria de la construcción enfrenta hoy en día.
Encuentra el texto completo en la sección Vida Verde de la Edición 46.
Investigación y textos: Anabel Híjar y Juan Diego Diez de Sollano
Fotos: cortesía