Recorrer Casa Zazil evoca una variedad de sentimientos y sentidos. El viento que se pasea a través de la vegetación suscitando sonidos, las texturas en la materialidad, la rugosidad de la piedra, la variedad de tonalidades y olores que regalan las vetas en la madera; caminar la casa desde el ingreso despierta continuamente en los usuarios la curiosidad por descubrir lo que se vivirá en el siguiente espacio.
El proyecto se desplanta en forma de herradura como un gesto de cobijo para quienes la habitan; protege del clima y asoleamiento colimense, mientras busca la privacidad y contiene el programa arquitectónico de forma ordenada generando un contexto íntimo que se abre y contradice a este mismo principio en su fachada posterior.
La relevancia entre los diferentes espacios toma lugar gracias a la variedad de alturas construidas, las cuales advierten cuando una zona quiere ser más acogedora y personal o cuando la intención es contraria y de índole más social. Así es como comienza el recorrido por la casa, un vestíbulo con doble altura recibe a los usuarios enmarcando un plano más corto y próximo para ceder la oportunidad de relevar una a una las siguientes habitaciones.
El programa se divide en dos acentuados volúmenes y plantas, donde la zonificación se volvió clara y precisa. Los espacios sociales se resguardan en el primer nivel y se gratifican con la vista al campo de golf junto con la extensión de la vegetación aledaña que parece integrarse sutilmente a los huecos que la misma va encontrando al dispersarse. Es así como un gigantesco árbol de papelillo se integra perfectamente a la residencia y destaca sin dejar de mimetizarse con el resto de las plantas.
El nivel superior alberga las habitaciones, la calidez se vive en esta planta, los elementos de carpintería se sienten fundamentales y las pausas que se insinúan a través de las ventanas, son un deleite de iluminación natural que admiten las magníficas vistas a las copas de los árboles y al horizonte.
Bajo la misma premisa de oponer ciertos valores, la materialidad de la construcción se divierte dando lugar a un diálogo que se unifica detrás de un balance entre ligereza y pesadez. Grandes volúmenes de piedra se encuentran con techos que parecen recargarse de la forma más delicada sobre ellos, compuestos de vigas de madera y estructuras de acero haciendo referencia a arquitectura distinguida por la calidez adecuándose a una versión más contemporánea.
La trascendencia de la piedra no se detiene en la robustez que integra los extraordinarios volúmenes, representa también la pretensión artesanal en el diseño. El propio volcán de Colima posibilita la riqueza en texturas del proyecto, este material es originario y trabajado por los mismos artesanos locales, regalando a los habitantes una sensación de constante frescura.
La integración completa del proyecto permea en todos los detalles, la dignidad de los materiales, en su estado puro y natural en el que envejecen y se entremezclan siempre al contexto; fue la idea que se transportó también al interiorismo.