Escuchar el sonido del afilador por la mañana, después de desayunar entre el trajín de los repartidores de garrafones, el surtidor de gas y el camión de la basura. Sentir el calor de los puestos de comida debajo de un toldo de plástico en Tepito. Observar al viento volar papeles y cabellos entre Reforma e Insurgentes. Esquivar el charco de una coladera tapada por la basura. Aspirar el olor del epazote de un esquite ya anocheciendo. Estas sensaciones representan a una urbe, a la enorme, rápida y siempre cambiante Ciudad de México, la “deshecha, gris, monstruosa” que amaba José Emilio Pacheco, todas estas experiencias reunidas en la exposición ¡El horizonte es nuestro! muestra del despacho Pedro&Juana en la independiente y cada vez más celebrada LIGA, Espacio para Arquitectura en la Colonia Doctores, y en el marco de Mextrópoli 2019.
El diorama es una tradicional herramienta de los museos para mostrar espacios a escala, parte de la museografía, ese “archivo estructural que fragmenta y dota a las cosas de valor y al mismo tiempo las neutraliza bajo términos genéricos”, explica Ruth Estevez en el texto para la exposición que usa el diorama como un “gesto arquitectónico radical, una ventana a la ciudad”, enmarcando y así también inmovilizando un espacio cualquiera de la Ciudad de México, mediante una serie de objetos, como una puesta en escena que responde también a los objetivos del dúo: buscar la recuperación de materiales artesanales.
Este diorama también responde a los sentidos, y así se transforma la Ciudad de México en “Sonido Sonorense”, “Solecito de Tepito”, “La Ventosa”, “La Inundación” y “Flor de Esquite”, las puestas en escena que dirigirá el artista Francos Pedraglio el próximo 7 de marzo en el espacio. Así, la misión de la museografía y del diorama se cumple, pero también se transforma en una herramienta mucho más amplia, una que incluso puede vivirse, tocarse, olerse, gustarse y verse.
Texto: Dolores Garnica
Fotos: cortesía de Liga