Conocer a los diez años en una revista la Casa de la Cascada de Frank Lloyd Wright marcó para siempre el resto de la vida de Mariela Buendía-Corrochano: ya no le cupo la menor duda de que su mayor pasión sería la arquitectura. Tan solo ocho años después pudo experimentar por sí misma el correr del agua por debajo de esta construcción asentada sobre un río en la Reserva Natural de Bear Run de Pensilvania, Estados Unidos. “Nunca se me ocurrió hacer otra cosa. Mi mamá, sin ser arquitecta, tenía esa sensibilidad. Mi abuelo era artista, tocaba el sax con su propia banda. Puede ser que haya salido de ahí”.
La actual co-directora y directora de diseño de Gensler en México, líder además del diseño regional de Latinoamérica, migró de su natal Lima, Perú para estudiar arquitectura en la Catholic University of America en Washington DC. Aquí formó una familia y llegó a ser directora global de diseño para la transnacional. Cuando se mudó a la Ciudad de México hace dos años y medio, la oficina que dejó atrás sería completamente diferente a aquella que encontrara en sus inicios: “Nuestro éxito se debió a que reconocimos al talento, lo reclutamos, lo entrenamos. Les dimos el soporte necesario para que fueran exitosos también, fomentando la investigación y la experimentación. Si comparas la oficina con lo que era hace 18 años, se ha transformado. Ahora hace proyectos en todo el mundo bajo distintas prácticas. Me siento muy orgullosa de haber sido parte de eso”.
Como la entrevista es telefónica, le pregunto a Mariela sobre tres objetos significativos con los que conviva a diario en su oficina de la urbe más poblada del plane: “Un retrato de mi familia, ellos me inspiran todos los días. Una gallina desplumada: los chicos la ponen en diferentes sitios para recordarme que parte del día a día es también divertirse. Y una foto de Washington de noche, que me encanta”.
Nunca olvidará los 30 o 35 minutos que recorría en bicicleta todas las mañanas a orillas del Potomac hacia su oficina de Washington DC, un momento muy personal en que despejaba su mente, se relajaba y dejaba envolver por la naturaleza. “Era una experiencia única, un tiempo de transición”, nos dice emocionada al otro lado de la línea. Otra práctica que hacía de vez en cuando era esquiar por tres, cuatro o cinco días con su familia. “Las dos cosas, si te das cuenta, están muy relacionadas con la naturaleza. Y eso va mucho con mi persona, mis intereses: promover estrategias de sostenibilidad, de sustentabilidad, preservar y ser sensible al medio ambiente. No solo es uno de mis valores, también forma parte de nuestras conversaciones con los clientes”, reitera esta mujer que cambió drásticamente de paisaje porque siendo los hijos ya independientes quería acercarse un poco más a su ciudad de Lima que tanto extraña, a Latinoamérica.
Mariela lee libros que la guían en su liderazgo, como True Professionalism de David H. Maister, que comparte en un curso de desarrollo de negocios enfocado en los valores de Gensler. Aunque también le gustan las novelas de Isabel Allende, en especial Paula, donde la autora despliega la historia de su propia hija. Consolidar una trayectoria en la arquitectura y a la vez llevar una plena vida familiar no es sencillo para la co-directora de Gensler en México, pero sí posible. “Siempre es difícil. Mi esposo y yo tenemos una muy buena relación, los dos somos profesionales, los dos tenemos muchos logros, siempre nos hemos dado soporte el uno al otro, dependiendo de las circunstancias. Es una lección diaria para nuestros hijos Sebastián y Gabriel”, aclara esta exitosa profesionista que ha compartido un matrimonio de 27 años con Gerardo Corrochano, director del Banco Mundial en México.
Los reconocimientos que Mariela ha recibido a lo largo de su carrera son múltiples, teniendo en cuenta los numerosos proyectos de diseño arquitectónico que ha dirigido como parte de una firma transnacional. Sin embargo, en lugar de mencionarlos prefiere hablar de los talentos que ha reclutado en su oficina y de cómo han colaborado para posicionar a Gensler mediante una fórmula que mezcla investigación e ideas: “Empezamos por entender muy bien a los clientes: su imagen corporativa, sus goles en términos de negocios. Esto nos hace parte de su cultura y su compañía. Les damos un valor agregado a partir de tendencias globales, buscando que tomen decisiones informadas y promoviendo una creatividad personalizada”. AT&T, Grupo Gigante, Toks, Promotora Social de México, Banamex y Todomoda/Isadora son proyectos que llevan a cabo actualmente, mientras que entre los más recientes se encuentran las oficinas de Facebook, Evercore y El Palacio de Hierro en la Ciudad de México, aunque también otros internacionales como Shanghai Tower —el edificio más alto de China y el segundo en el mundo.
¿Ha transformado tu visión dirigir una firma considerada líder mundial en diseño colaborativo?
Ser directora de una oficina es simplemente un título, una responsabilidad. Mis valores e intereses no han cambiado. Hay que contar con buen talento. Si nuestros diseñadores y arquitectos son exitosos, la oficina también lo será. Los clientes van a estar contentos. Y consecuentemente, vamos a crecer y a ser una oficina renombrada dentro del mercado mexicano.
¿Cómo visualizas uno de esos días en que has solventado una situación difícil que parecía no tener solución?
Situaciones difíciles hay todos los días, pero uno como líder debe tomar las cosas con calma. Entender el contexto del problema, cómo afecta a las personas que trabajan contigo, las relaciones con los clientes, con los socios, las decisiones que vas a tomar. Para mí ha sido muy importante contar con Antonio Cáliz, que es co-director de la oficina. Tenemos una visión en común, nos complementamos muy bien.
¿En qué proyecto has podido desarrollar mejor tu creatividad?
Cada proyecto es como tener un hijo más. Y como habrás visto, tengo ya cientos. No prefiero a uno sobre otro, algunos me gustan porque pudimos innovar en una solución de diseño, otros por la estrecha relación con el cliente.
Has tenido mucha movilidad, ¿te han influenciado los viajes?
He sido muy afortunada, he viajado por todo el mundo. Lo mejor es la experiencia de la cultura local: la comida, las costumbres, interactuar con la gente. Todo te enriquece, te inspira una forma auténtica y honesta de diseño.
¿Cómo surgen las ideas y se gestionan en Gensler?
Creo firmemente en el proceso de diseño colaborativo. Conversamos sobre un proyecto, vemos un problema y todos sugerimos ideas. Es un proceso de co-creación. Diseñar en equipo es mucho más rico que diseñar solo.
Lee este artículo en la edición 43 de México Design.
Entrevista: Carlos Vicente Castro
Imágenes: Connie Zhou, Rafael Gamo y Paul Rivera