Entre la herencia de lo moderno y lo vernáculo
Estudio Macías Peredo, con sede en la ciudad de Guadalajara, fue fundado por Magui Peredo y Salvador Macías, ambos egresados del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, con título de maestría por la Universidad Politécnica de Cataluña, en Barcelona. Su trabajo ha sido reconocido por The Architectural League of New York con el premio Emerging Voices 2014 y por LIGA en la Ciudad de México en 2015.
Desde el enfoque del habitar en el proceso proyectual, ¿cómo influye el “lugar”?
Para nosotros es sumamente importante permitirnos que el sitio nos dé señales y pistas que posibiliten la construcción de nuestras ideas, sin embargo esta aproximación es mucho más compleja que el simple hecho de pensar que nos ha influido. En un contexto como el de Chacala, donde el horizonte del mar, la vegetación, el clima y las preexistencias en el terreno son muy evidentes, nos permitimos también acercarnos a otros temas que nos interesan y que tienen que ver con el contexto pero no necesariamente solo con el terreno específico. Por ejemplo, entender cuáles son los materiales y sistemas constructivos más comunes del lugar: la mano de obra y los oficios, las habilidades de las personas que construirán nuestros proyectos y lo que creemos aportar. Todos estos temas son muy importantes para nosotros antes de proyectar: después de un análisis a fondo de todos los puntos construimos una estrategia para el proyecto, que junto con otras variables, como las necesidades del programa, nos permiten tener un paisaje general sobre cómo construir de modo más eficiente.
Por otro lado, se aprecia una relación de reciprocidad entre el contexto y concepto, ¿qué herramientas proyectuales emplearon para lograrla?
En la casa de Chacala —un proyecto en colaboración con Francisco Gutiérrez— impusimos una retícula de concreto a manera de mat-building que nos permitiría organizar el programa con mucha flexibilidad y a su vez mostrar la estructura cuadriculada como regulador que ordena el espacio, que define el lenguaje de la casa y que no es muy distinta a la convencional de una palapa, siempre levantada del suelo por horcones o columnas. Esta forma permite una relación con el paisaje muy clara, ya sea bloqueando o abriendo marcos según lo requiriera el sitio, para posibilitar y disolver los límites entre interior y exterior. La tectónica de la palapa, que fue petición fundamental del programa, es una estructura reticular de marcos muy común en las construcciones de todo el pueblo vecino, solo que ahí muchas veces están recubiertas de aplanados, pintura o láminas.
Al privilegiar las referencias del lugar, el resultado final podría haber sido una integración mimética de la casa con el entorno, sin embargo, establecieron el diálogo a través del desarrollo de un contra-paisaje.
La arquitectura es lo contrario al paisaje, es la discontinuidad del paisaje natural. Eso lo tenemos muy bien asumido y es desde ahí que nos interesa construir el diálogo con el sitio, mostrándonos distintos pero a la vez construyendo y fusionándonos con él. Como si se tratara de habitar una ruina
Entrevista: Ulises Sánchez Barragán
Retrato: Daniel Maldonado
Imágenes: Estudio Macías Peredo