La pasión de Alejandra Molina por la arquitectura se reaviva en cada uno de sus proyectos. Nacida en Yucatán y egresada de la Universidad Marista de Mérida, nunca consideró estudiar otra cosa, y ya en la escuela trabajaba como dibujante en un pequeño despacho local. Hoy, la madurez de su obra y su interpretación del habitar, el habitante y la ciudad han evolucionado enormemente.
La rutina no es una idea con la que Alejandra se identifique. Por el contrario, procura la actividad y el movimiento como balance entre su vida personal y su profesión: disfruta del ejercicio y la naturaleza le inspira en distintos aspectos de su vida.
Como directora general, está a la cabeza del área administrativa y creativa, así como de la planeación y el constante crecimiento de Punto Arquitectónico. No hay proyecto más o menos importante que otro. Junto con su equipo, buscan entender las necesidades particulares de los clientes.
En el despacho no horarios asignados a las actividades, sin embargo, Alejandra destina al menos dos días a organizar y planear la semana para que todo fluya sin contratiempos. “Puede haber temporadas muy cargadas de reuniones y otras de trabajo en el taller, depende de la planeación y de cómo vaya avanzando el proyecto”.
Una vez en la etapa del proceso creativo, el punto de partida es un análisis minucioso de la información obtenida en reuniones previas con el cliente. “De ahí se hace una lluvia de ideas entre los integrantes de la firma y van saliendo los primeros bosquejos. Son varias horas de trabajo conjunto, no es un proceso fácil”, comenta Alejandra.
El despacho fue integrado por un grupo de profesionistas que ofrecía servicio social hace ya varios años. “Al inicio éramos cinco, ahora solo Israel, Mauricio y yo”. Desde el comienzo evitaron etiquetarlo con nombre y apellidos, como solía usarse en Mérida. Su idea era estar en evolución constante. La arquitecta considera que una de sus virtudes en beneficio de la firma es el ser muy receptiva con la información que los clientes proveen, eso ayuda al desarrollo del proyecto en general.
Social, cultural y hasta antropológicamente, el valor del trabajo femenino de la arquitectura en México ha tenido muchos matices, si bien esto no ha obstaculizado la trayectoria de Alejandra, quien siempre ha recibido respeto de parte de colegas, clientes y amigos. La aportación de las mujeres a este rubro se complementa con los distintos puntos de vista de los implicados, más allá de su género.
Para ella, los retos que enfrenta una mujer arquitecta en México tienen que ver principalmente con lograr el equilibrio en la distribución del tiempo, ya que la profesión es muy demandante y a veces se descuidan algunos aspectos personales. Sobre su labor en Punto Arquitectónico, lo importante es “seguir aprendiendo y evolucionar”.
Cada intervención de Alejandra Molina y Punto Arquitectónico trae una historia consigo: su obra evidencia el entusiasmo y dedicación que invierten en los proyectos, cualidades que han llevado a la firma a consolidarse con paso firme.
Entrevista: Roberto Cárdenas
Imágenes: Tamara Uribe Manzanilla y David Cervera