México DESIGN / Edición 49
“Recorrer la saudade”
“El detalle es lo que da significado a nuestros proyectos, es el nudo que amarra todos los hilos”. Releo esta respuesta de Marina Leboreiro mientras observo a mi alrededor: estoy en la Ciudad de México, dentro de un edificio viejo en el primer cuadro del Centro Histórico, rodeada de escudos antiguos y vitrinas, en cuyo interior posan los vestigios textiles y varios objetos de importantes toreros. En las hombreras y las chaquetillas (opacadas ya un poco por el polvo o por el tiempo) se distingue aún la factura impecable de esos hilos de oro, las costuras cuidadosas y perfectas, los detalles, su importancia, “el nudo que amarra todos los hilos”. Cada proyecto ejecutado por faci leboreiro arquitectura se distingue por ello: todo espacio y elemento tiene su personalidad, su lugar.
Los diseños de Marina son impecables; a pesar de su juventud hablan de mucho trabajo, de experiencia. Lanzo la primera pregunta al ruedo: ¿Con quiénes te hubiera gustado compartir algún aprendizaje? Su respuesta es un tanto inesperada: “Enrique Ponce, el Juli, y El Morante de Puebla”. ¿Por qué razón? “Por crear arte de la manera más elegante, mágica, poderosa y que te roba el aliento en cuestión de segundos, entre luces y colores”. Lo que enuncia desempaña por un momento estas vitrinas, las regresa a la vida.
Me agrada la vitalidad en sus respuestas y en sus creaciones. Todo en ella proyecta un espíritu vibrante. Los referentes se van entrelazando, desde la barroca luminosidad taurina hasta la potencia y originalidad en la arquitectura de Zaha Hadid: “Me hubiera encantado aprender de su fuerza como mujer y de la extraordinaria capacidad que tuvo para hacer una arquitectura tan femenina y poderosa”, dice Leboreiro. Recuerdo la obra de Hadid tal cual Marina la ha descrito: una estructura poderosa, curva, imponente y que además detona una peculiar sensación de habitar el futuro, de ser parte de él.
¿Qué es el espacio para ti? —la interpelo. “Es magia que sucede entre fronteras, donde el usuario vive, experimenta, cambia, siente, evoluciona, sueña, y ¡crea!”. El espacio es prácticamente todo para Marina. La pintura, el arte y la danza desde siempre han formado parte de su vida, pero ese gusto se decantó por la arquitectura.
Le pido que me cuente de faci leboreiro. Me platica que “un verano hace seis años decidimos empezar con nuestro despacho ya como tal, faci leboreiro, en el garage de una casa, con mesas de plástico”. Se ríe. “Siempre lo recordamos como un momento increíble”.
Para Marina la clave de un buen diseño arquitectónico se fundamenta en tres premisas: que sea coherente, que tenga la escala apropiada y que sea honesto. ¿Qué es lo que más disfrutas del diseño? “La posibilidad de crear y concretar lo que habita en nosotros”.
Por último le pregunto qué nuevo proyecto le gustaría crear: “Un espacio para niños, ¡que sea muy divertido! Una florería y una dulcería, ¡pura vida y color!”. Desde el inicio y hasta aquí, las respuestas de Marina Leboreiro tienen un brillo y una chispa particular, como los hilos de oro, como los edificios curvos e imposibles de Zaha Hadid.
Fotos: cortesía faci leboreiro
Texto: Carla Xel-Ha López. Guadalajara, 1991. Poeta, traductora y artista. Ha sido ganadora de varios certámenes literarios nacionales e internacionales. Ha publicado Cartas de amor para mi amigo cerdo (Letour1987, 2015) y Crónicas de un nuevo siglo (Ámbar, 2016). Obtuvo la beca Jóvenes Creadores Fonca 2017-2018 en la categoría de Medios alternativos y performance. Actualmente es becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas, generación 2018-2019.