El momento en que se genera arquitectura sucede bajo la consciencia de que, sin importar el concepto, los usuarios —a través del tiempo y del espacio—, tendrán su propia interacción e interpretación hacia la obra.
Robin Yayla, originario de Estambul, comparte con el mundo su peculiar manera de experimentar y ver los espacios. El artista fusiona su pasión por la ilustración con la que tiene por los viajes, para producir, a través del contacto con espacios arquitectónicos, interpretaciones frescas sobre estos últimos.
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A partir de referentes altamente reconocibles por quienes reciben su trabajo, Robin Yayla crea nuevas perspectivas de experimentación tanto sobre íconos de la arquitectura, como sobre los lugares, en general, que capturan su atención. Así, el Duomo de Milán, por ejemplo, resulta la corona perfecta para Freddy Mercury; o la torre inclinada de Pisa, el cabello de Marge Simpson.
De acuerdo al propio artista, una de sus intenciones primordiales al crear es generar una sonrisa en quien contacta con su obra. Es por esto que el tratamiento que le da a la misma desborda frescura.
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La intervención gráfica que realiza sobre los espacios fotografiados contiene, de alguna forma, factores contrapuestos: por una parte, nos encontramos con la novedad, por otra parte, tenemos la claridad del referente que se conforma una vez intervenida la fotografía. Sin importar si se tiene o no previa experiencia con la obra arquitectónica, Robin Yayla permite la reinterpretación de la misma. Su mirada redirige la del espectador hacia una nueva perspectiva; muestra lo que nunca estuvo ahí, pero siempre pudo estar.
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El acercamiento que tiene el artista con la arquitectura vuelve a las obras guiños de tantas alusiones como seamos capaces de ver en ellas. Esto abre camino a la experimentación de la arquitectura casi como un juego por parte del usuario, es decir, una forma distinta en que este vuelve suya la obra o el espacio que transita.