Pocos proyectos logran relacionarse armoniosamente con el paisaje como JW Marriot Los Cabos: la encrucijada radica en que, además de astucia, también se necesita de una arquitectura con tintes propios, particulares. El paisaje es paradisiaco: de un lado el azul infinito del océano, y del otro el desierto y sus constantes ocres. La primera característica que sobresale es su altura, dos niveles destinados a las áreas públicas y tres a las habitaciones, para emular el entorno natural de Los Cabos desde sus amplias terrazas.
La firma IDEA Asociados, en colaboración con Olson Kunding Architects, recuperaron gran parte de la flora local del JW Marriot Los Cabos. Los interiores del hotel trasladan la armonía circundante a través de la decoración y la cuidada gama de colores. Un ambiente de tranquilidad y silencio se respira a través de sus grandes ventanales, que permiten una fantástica iluminación natural. Las áreas públicas se diseñaron con el objetivo de que el huésped se sienta inmerso en un clima de paz.
Entre las características más interesantes del complejo se encuentra su juego con las alturas. Un ejemplo son sus amplias piscinas en el área de las terrazas, que de forma escalonada van descendiendo hacia la playa. Desde distintos puntos del hotel se percibe un juego entre sus espejos de agua y el mar, efecto que deriva en la ilusión de que la línea del horizonte inunda sus terrazas. Caso particular es el del lobby, desde donde se aprecia la totalidad del hotel, además de enmarcar una vista a los claros cielos del Pacífico.
Para culminar, en la apuesta de IDEA Asociados existe un diálogo entre la arquitectura y la obra de escultores como Jan Hendrix y Jorge Yázpik, instalada en los espacios públicos a fin de invitar a la meditación y la reflexión. La firma aporta así un ícono hotelero a Los Cabos: conceptos en apariencia disímiles como contemporaneidad y tradición, privacidad y espacios abiertos, inmensidad e intimidad se unen de manera magistral en el hotel JW Marriot.
Texto: Raúl Rueda
Fotos: Leonardo Walther