De arquitectura discreta, rodeado de laderas verdes y aguas termales, el Ion Hotel emerge con elegancia de la montaña donde descansa. Entre rocas volcánicas cubiertas de musgo sobresalen sus soportes como patas de una criatura enorme y apacible.
Plantados en sus extremos podemos ver todo lo que ocurre al exterior, especialmente al elevar la vista, pues favorecer la observación del cielo es uno de sus propósitos. Fenómenos atmosféricos y astronómicos envuelven su estructura como un manto que nos libra del frío.
Sin negar el paisaje del que forma parte, los interiores del Ion Hotel convocan a sus huéspedes a permanecer en él. Quien decida entregarse a su comodidad no estará de ninguna manera lejos del verdor que ofrece la vista ni de la oscuridad del cielo islandés.
Incluso en las habitaciones son visibles elementos que hacen alusión a la fauna, la flora y demás cualidades propias de la isla, algunas de las cuales pueden apreciarse en vivo desde un observatorio disponible para todos sus huéspedes.
Textos: Debra Figueroa
Diseño: Tryggvi Thorsteinsson y Erla Dögg Ingjaldsdóttir
Imágenes: cortesía de ©Art Gray, Ragnar Th. Sigurdsson, Torfi Agnarrson y Kristbjorg Sigurjonsdottir