No toda la arquitectura que impresiona se encuentra en las grandes ciudades. No todo el deslumbramiento está dado por lo arriesgado, lo futurista, o lo excesivamente ornamentado.
En un entorno impensable se erige Painted Sky. La calidez amarilla del desierto de Arizona en la localidad de Scottsdale cobija el último proyecto de Kendle Design Collaborative, firma afincada en esta misma región.
En su búsqueda de la autenticidad a través de una forma de construir que ellos mismos definen como modernismo regional, sus proyectos son la concreción de sus ideales. Este es el caso de Painted Sky, una “casa elemental” a petición de sus clientes, quienes planean envejecer en su nuevo hogar.
Por esta razón, el equipo de Kendle no optó por una obra que tuviera un lenguaje estilístico o cliché que se viera pasado de moda al paso de unos pocos años, sino por una que sea moderna, sencilla y atemporal, en diálogo con su entorno.
La casa está organizada alrededor de un patio cerrado, a la manera del arquetipo tradicional propio del sudoeste norteamericano: otorga privacidad y protección al mismo tiempo que atrae la luz hacia el interior. Las paredes de vidrio que circundan este patio permiten que los pasillos y las áreas comunes se beneficien de la luz natural reflejada. El acceso a dormitorios y baños, cada uno con su vista enfocada, es a través de caminos situados en este mismo patio.
La piedra natural, el estuco en tonos tierra, el cobre natural y el acero laminado conforman una agradable paleta de color que da la sensación de que la casa se difumina en el tiempo.
La más sencilla de las formas se encuentra en el techo de cobertizo de la entrada, que protege el hogar de los duros elementos del desierto. A partir de ahí, se define una escala que alcanza el cielo, revelando las vistas de las montañas del norte.
Painted Sky es una casa de un solo nivel, sensible a la naturalidad que la rodea. La inmensa cantidad de vidrio que posee logra que casi desaparezca la delgada línea entre exterior e interior, y se asegura de que la naturaleza siempre esté presente.
Texto: Yaheli Hernández
Fotos: Michael Duerinckx con INCKX Photography