En medio del Bajío Mexicano, en las afueras de San Miguel de Allende, se encuentra Casa Nómada, proyecto de Mario López Arquitectura. Posicionada en un punto estratégico dentro del fraccionamiento Candelaria, es partícipe del clima semidesértico del altiplano y de las vistas de la sierra de Guanajuato. Este es el contexto de un proyecto que fusiona con sutileza todos los aspectos involucrados en una arquitectura que dialoga con el paisaje, una casa para observar el tiempo contenido en un atardecer, enmarcar en el lenguaje geométrico de la sobriedad, el confort de un refugio lleno de calidez.
El partido arquitectónico se articula por la condición dual del espacio interior y el espacio exterior. un diseño integrado por dos niveles, que a la distancia se percibe como un contraste habitado: una fachada al poniente que se abre hacia el paisaje, transparente, con un gran pórtico y otra al oriente que se mimetiza, mucho más hermética con su entorno. El acceso principal, -flanqueado por un xerojardín que da la bienvenida-, sucede en esta cara pétrea del volumen, contiene las áreas públicas como son los servicios, sala, comedor, cocina, y también la recamara principal. Se trata de un volumen a través del cual se descubren los espacios comunes diseñados para contemplar y para reunirse: la terraza, la alberca, el asador, un patio, y el gran comedor al exterior.
Al haberse diseñado la casa pensando en brindar la mayor comodidad a sus habitantes (una pareja mayor) que deseaban albergar eventos sociales y recibir huéspedes, el diseño de áreas públicas plasma el concepto de planta libre en un doble aspecto: libre por la versatilidad que presenta el espacio para que exista la posibilidad de desarrollar muchas actividades en ellas y libre porque no hay nada que obstaculice el interior. Lo anterior, facilita que el esquema de circulación suceda donde ocurre el acontecimiento, la planta baja que se enriquece por su escala, proporción, amplitud y respuesta al programa de necesidades.
Así, se dispone en la planta alta, de una habitación para visitas con un cuarto de baño, y un estudio. Al norte, la casa se rodea de un gran huerto y el estacionamiento techado. Al sur, en cambio, se encuentra el olivar que se mezcla con naranjos y limoneros y completan ese frente diluyendo los límites más rigurosos de la arquitectura planeada que, gracias a la condición topografía del terreno emplea diversas plataformas para jerarquizar los visualmente los espacios y consolidar un pabellón que funciona como un observatorio del horizonte.
La combinación de los materiales que la conforman está completamente expuesta sin cubrir la esencia de la construcción, hay una condición de renuncia a lo escenográfico que es congruente con la solución estructural integrada principalmente de acero, mamposteria y concreto. Todos estos materiales base se pueden apreciar desde una vista general en la que se expone la lógica formal del proyecto: dos cajas vítreas moduladas por columnas de acero y unidas por un volumen de piedra caliche. La compleja sencillez del espacio contenido.
Fotografía: Arq. Marcos Betanzos