Habitar como un diálogo: Sara Tamez de S+

Para la arquitecta Sara Tamez habitar es un ejercicio de reflexión. Un diálogo entre las personas y su hábitat, entre el ser humano y los objetos con los que habita un espacio. Egresada de la carrera de arquitectura del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, inició tempranamente el diálogo con otros colegas, tanto en su trabajo dentro del despacho de Ricardo Agraz como en la labor docente que inició apenas concluidos sus estudios, pero con la experiencia necesaria para formar futuros arquitectos. “Ser profesora te abre un abanico de pensamiento enorme, no solo como profesional, sino también como ser humano”, recuerda sentada en una sala del despacho que comparte con Alberto Tacher.

 

 

Sara Tamez conjuga en su trabajo una preocupación que solo se puede calificar de global cada aspecto de diseño en sus proyectos. Así lo prueban Casa RCG o Casa Huiini, creaciones de su propio despacho S+ Diseño. En ambos proyectos habitacionales se conjuga su trabajo arquitectónico con su oficio de interiorista, haciendo una simbiosis desde el programa mismo.

 

 

Para la arquitecta Tamez su visión es natural a su arquitectura. “Cuando proyectas algo desde lo general hasta lo particular”, dice con seguridad, “te involucras en cosas tan personales como cuántos pares de calcetines tiene, si le gusta colgar o no la ropa, si por las mañanas prefiere que entre la luz del sol a la habitación o no. Contemplas tantos detalles que terminas pensando en el interior además del volumen en general. Eso es la arquitectura.”

 

 

Tamez ha podido comparar realidades tan distintas como la de México y el País Vasco, en España, gracias a su trabajo en el despacho Bigu Estudio, realizado recientemente por ella y Borja de la Mata. Mientras que en México trabajaba con un proyecto de mil metros cuadrados para una familia de cuatro personas, en Bilbao abordaba la remodelación de un piso de 150 metros para una familia también de cuatro. “Aquí los espacios son gigantes y allá son mínimos. Como arquitecta fue muy retador”, narra con su perenne sonrisa. “Diseñar los dos espacios al mismo tiempo fue complicado, me costó adaptarme a las medidas, pero me enriqueció. Te hace pensar de manera diferente y observar no tanto las medidas, sino también la vida: cómo puedes vivir en ese estrecho espacio perfectamente sin sentirte ahogada y en mil metros cuadrados sin sentirte abrumada. Te preguntas: ¿necesito tantos metros cuadrados para vivir?, ¿necesito diez metros lineales de clóset para mis cosas o puedo organizarme para usar nada más tres?, ¿necesito acumular tanto? Piensas en un montón de cosas sobre la arquitectura de tu vida, de tu forma de vivir”.

 

 

Sara Tamez reconoce que en ella la mancuerna entre arquitectura e interiorismo se dio de forma natural, que en su mente la una siempre estuvo unida a lo otro, pero que son dos herramientas complementarias para entregar al cliente un hábitat completo, “sin segundas etapas de adaptación”, como ella lo define. “Al final, piensas en el diseño de interiores mientras estás diseñando la arquitectura”, afirma. “Mientras diseñas imaginas cómo vas a acomodar, cuál es el mejor lugar para una sala, hacia dónde mirarán los muebles, cuánto espacio te quedará libre.” “Cuando priorizas las necesidades humanas dentro un espacio, el diseño puede tener un impacto profundo”, definía la mítica editora e interiorista Ilse Crawford, una idea que bien podría adaptarse al trabajo de Tamez.

Esta entrevista forma parte de nuestro anuario especial Insignias 2018, de venta en Sanborns.

Entrevista: Marco A. Islas-Espinosa

Fotos: Mito Covarrubias y cortesía

Retrato: Marcos Hernández

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