Nicola Arthen (Alemania, 1990) asimila la tecnología cotidiana como extensión de nuestra mente y corporeidad. El coche como unas piernas que desbordan la capacidad humana; el internet como un gran cerebro que se expande cual constelación virtual.
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Mi primer contacto con su trabajo fue la charla La ética de los algoritmos, como parte de The future series en PAOS. La discusión giró en torno a algunos de los dilemas sociales, culturales y éticos que conlleva la digitalización de la realidad contemporánea. Debido a que esta relación, para mí simbiótica, entre la tecnología y la producción del arte – conceptos que, por cierto, se encuentran emparentados con el término griego tékhnē– ha sido una de mis recientes inquietudes, supe que no podía dejar pasar la oportunidad de conocer más a fondo la exploración de este fenómeno por parte de Nicola.
La arteria creativa de este artista contemporáneo alemán radicado en Ámsterdam se concentra en su sentencia: “La tecnología media la vida cotidiana”, y en el carmín fluir de nuestra socialización digitalizada del día a día. De esta forma, la tecnología se cuela casi desapercibida en la creación artística: “Cuando creamos algo estamos sumamente influenciados por la tecnología que utilizamos”, afirma, “Y esta tecnología complejiza el significado y la pieza de arte”.
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Una voz femenina de un sistema de navegación que dicta órdenes, un viaje en vehículo autónomo, la esculturalidad de los productos industriales y la exploración crítica del gig-economy, son algunas de las imágenes que dibuja la aproximación de Nicola al fenómeno del arte tecnologizado. “Pienso que el soporte y técnica de una obra artística son tan importantes como la idea que la sustenta”, menciona, y ejemplifica con la obra artística de Andy Warhol cuyo eje principal es la técnica plástica de reproducción en serie; así como con la obra de instalación de Katja Novitskova, que explora la influencia de la tecnología en los procesos evolutivos y la estética corporativa.
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Según el palpitar estético de Nicola, una de las más importantes posibilidades que facilita la penetración artística en el ámbito de la tecnología es la de la reflexión en torno a la maquinización humana en términos de eficiencia productiva, así como el planteamiento de los dilemas éticos posibles en escenarios futuros: “Imaginar los efectos físicos que tendrá en la humanidad”.
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Desde la perspectiva de Nicola, resulta lógicamente cierto todo aquello que planteó el sci-fi: la hibridación de los cuerpos, la naturaleza simulada, y la cuantificación y automatización de las acciones. Sin embargo, no todo es sana convivencia con androides: “Analizar el comportamiento humano en cifras duras demerita la complejidad humana. Actualmente, todo es medido y evaluado numéricamente: nuestro desempeño laboral, nuestra información online… ¿acaso no estamos trabajando secretamente para grandes compañías cuando hacemos uso del internet? Por eso es necesario no perder el panorama general del fenómeno”.
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Justo como Cups, una pieza de Nicola que camufla una serie de vasos de plástico a impresión 3D con cigarros, pastillas y chicles entre las bebidas de un coctel, la tecnología, por medio de sus gadgets y redes sociales manifiesta fragmentos de la sociedad; es el medio por el cual se narra la historia de la humanidad: algunas veces solo otro objeto abandonado en el fondo de un vaso más.
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Texto: Mónica Hernández
Fotos: Franziska Schulz (DOF Liners), Ivo Rick (DYN, Cups), Lukas Messner (Brought Up To Code), y Nicola Arthen©