Con una visión multidisciplinaria que combina arte, psicología y naturaleza, la influencia de Mathias Goeritz en la arquitectura mexicana todavía es objeto de inspiración y estudio.
“Sólo recibiendo de la arquitectura emociones, el hombre puede volver a considerarla como un arte”, reza una de las frases más célebres de Mathias Goeritz, arquitecto alemán nacionalizado mexicano que, entre los muchos aportes que hizo en nuestro país, destaca el introducir la arquitectura emocional en México. A más de un siglo de su natalicio, repasamos brevemente su vida, obra e influencia.
Mathias Goeritz nació en Danzig, Prusia (hoy Gdansk, Polonia), un 4 de abril de 1915. En Berlín cursó estudios de filosofía, arte e historia, así como de medicina. Debido a su ascendencia judía, con el auge del nazismo se vio obligado a huir de Alemania. Así, estuvo viajando por Europa y el norte de África, posteriormente llegó a México para desempeñarse como catedrático en la carrera de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara. Unos años después, se trasladaría a la capital.
Torre Satélite
Desde su llegada al país, fue bien recibido por arquitectos y artistas de renombre, como Luis Barragán y Jesús Reyes Ferreira, de tal manera que en México encontró una tierra fértil para experimentar, profundizar y sembrar su visión del arte, de carácter tanto multidisciplinario como emocional. Así, entre sus obras más renombradas tenemos el Museo Experimental el Eco, la Ruta de la Amistad, y Torres de Satélite, en colaboración con Luis Barragán, cada una de ellas muestra de la versatilidad de Goeritz, quien no solo se desempeñó como arquitecto, sino como escultor, poeta, e historiador de arte.
Quizá este polifacetismo combinado con una sensibilidad única se convirtió en la semilla de la que germinaría una nueva perspectiva en su quehacer arquitectónico: la arquitectura emocional, misma que supondría toda una revolución de pensamiento para el arte y arquitectura en México.
Museo del Eco
La arquitectura emocional busca trascender la funcionalidad de los espacios con la intención de provocar emociones y sensaciones a través de color, forma, materiales, luz, texturas. Es un enfoque que pone énfasis en la relación entre espacio y emoción, regresando así a la esencia primaria de la arquitectura: emocionar más allá que cumplir una función utilitaria, como arte que es.
Entre los principios de la arquitectura emocional, destacan en especial la psicología del color, la iluminación natural, y la integración de la naturaleza o entorno dentro del diseño arquitectónico. Asimismo, el concepto de bienestar adquiere un valor fundamental en este tipo de arquitectura.
Para terminar, si bien se considera que Mathias Goeritz fue el precursor de la arquitectura emocional, ya que acuñó el concepto en un manifiesto publicado en 1953, Luis Barragán también es reconocido como uno de los creadores de este movimiento que fue especialmente popular en México durante la segunda mitad del siglo XX. Hoy en día, a pesar de que existen muchos y distintos enfoques arquitectónicos, la influencia emocional todavía conserva una gran relevancia.
TEXTO: Itzanye Salinas