Conocí el trabajo de Christian por medio de Instagram. Llamó mi atención en un primer momento su trazo y su preocupación por los detalles en los diseños con temática clásica. Su Instagram me pareció un buen escaparate de su talento. Esto se lo comuniqué mientras se preparaba para tatuarme. Su respuesta vino a confirmar mi conjetura: desde que decidió comenzar a compartir sus trabajos en su cuenta un año atrás, casi 7,500 personas lo siguen, y su agenda se ha vuelto cada vez más apretada.
Lo primero que noté al entrar a su estudio (ambientado por él mismo en su domicilio, en la Colonia Americana) es que él mismo no tenía ningún tatuaje visible en su cuerpo. Más tarde habría de contarme que de haber visto y hecho tantos tatuajes en sus cinco años de experiencia, el tiempo para sentarse y diseñarse uno para sí mismo simplemente no ha llegado aún, aunque habrá de llegar tarde o temprano.
A pesar de que Christian tatúa tanto diseños propios como por encargo, uno tiene la impresión de observar un trabajo de autoría, una intención de apropiarse del sentido del diseño y adaptarlo a su estilo imaginativo y a su trabajo de línea. “Muchas veces la gente llega sólo con una idea, y yo me dedico a reinterpretarla, y agregarle cosecha. Otras veces llegan ya con ideas o diseños muy precisos, y yo lo que le pongo más bien es cosecha técnica”, me dijo Christian, como si fuera un hortelano y su trabajo fuera encajar la tinta con la precisión mecánica y artesanal con la que los horticultores cuidan que la semilla quede en el sitio en el que mejor puede cobrar vida.
El tatuaje como concepto social está cambiando. Y con ello, el trabajo del tatuador y su mercado. “Ahora la gente se tatúa más. Antes una chica joven iba a un estudio queriendo hacerse un tatuaje, y los tatuadores se reían de ella, o le preguntaban que dónde estaba su mamá. Ahora las mamás están también dentro del gran grupo de gente que se tatúa”.
El trabajo del tatuador, por consiguiente, ha tenido que cambiar. “Antes el cliente iba a los estudios de tatuaje a ver el book disponible y elegir el diseño que más le gustara para hacérselo ahí mismo. Ahora, la gente ve tu historial de trabajos por Instagram, te contacta, y te dice: ‘Quiero hacerme este diseño. ¿En dónde tatúas?”, me relató Christian.
Con respecto a esa red —en el mejor de los sentidos, y en el peor también— que constituyen los estudios de tatuaje para el desarrollo y desempeño de los tatuadores, él me respondió: “Siempre dependerá de la persona. Yo me siento más cómodo trabajando independiente a los estudios. Habrá algunos tatuadores a los que les venga bien estar en estudio porque así dan a conocer su trabajo y los impulsa el prestigio que el estudio ya tiene, pero habrá otros que puedan lograr mejores resultados con la autopromoción de su trabajo sin tener que comprometer mínimo un 40% de sus ganancias”.
Antes de que finalizara la sesión, luego de dos horas de aguja y tinta, con un trabajo muy satisfactorio en la piel y una buena conversación en la mente, Christian me contó que próximamente rentará un lugar que acondicionará como estudio personal en el cual comenzará a atender una vez que reabra su agenda para 2019. Ahora lo que viene para él luego de llenar sus últimas citas en julio será descansar y preparar todo para disfrutar la llegada de su primer hijo.
México Design le desea suerte en sus proyectos personales, y a ti, lector, te recomienda visitar su cuenta de Instagram y seguir de cerca sus futuras producciones.
Texto: Kevin Cárdenas
Fotografías: cortesía Christian Poiré