Es lugar común que sin el agua sería imposible la existencia, y así como los océanos están llenos de vida, el desierto equivale a un mar de tierra que nos demuestra que esta es también nuestra madre, con su flora y fauna de exótica belleza.
A poca distancia del Parque Nacional Saguaro, en un terreno accidentado del desierto de Sonora, sobre una notable elevación se encuentra Tucson Mountain Retreat, una casa encargada al estudio de arquitectura DUST por el doctor David Francis para escapar del ámbito urbano y dedicarse de lleno a su pasión, la música.
La casa se divide en tres partes: los dormitorios, el área común y un estudio de música.
Los tapiales que separan estos espacios están fabricados con la tierra del terreno, dando la ilusión de que fueron extraídos del suelo. Asimismo, estas gruesas paredes aíslan el calor del exterior, mientras que los ventanales colocados estratégicamente ventilan e iluminan el interior, brindando un ambiente donde se puede oler, sentir y escuchar al desierto conectándose con el espíritu creativo que nace de la tierra: la fuente de inspiración ideal que un músico necesita.
En el corazón de la casa —rodeada por dos terrazas diseñadas para disfrutar entre familia y amigos— se encuentra el área común, conformada por la cocina, el comedor y la estancia. Anexo a ella, un pasillo tiene como destino el estudio-oficina, y una escalera de celosía en espiral juega con la luz, dibujándola en el nivel inferior al tiempo que comunica a la terraza con una vista panorámica de 360 grados del desierto de Sonora.
Los recubrimientos negros que decoran algunos muros de la casa son tablones de madera quemada, un acabado dentro del contexto seco del medio en el que se encuentran. El piso y los trabes de concreto aparente junto con el plafón blanco son elementos estéticos que contrastan con el color cálido de los muros.
Tanto el mobiliario como los elementos decorativos —cuadros, esculturas y jarrones— fueron diseñados y seleccionados cuidadosamente por DUST, consiguiendo que cada elemento dentro del proyecto se integre con esta gran obra maestra: el medio desértico.
La casa se diseñó para ser una con la Madre Tierra: espacios cerrados que se transforman en semiabiertos y espacios totalmente abiertos que permiten una vista panorámica del paisaje pletórico de cactus saguaros. Como el más importante ejemplo, las cinco terrazas o el vestíbulo exterior creado a partir de cubos de concreto de diferentes tamaños.
Texto: Ulises Jiménez Ruvalcaba
Fotos: Jeff Goldberg / ESTO