Arquitectura y literatura es la columna que Jimena Hogrebe escribió para la Edición 52 de la revista México Design. Ella es arquitecta por la Universidad Nacional Autónoma de México en 2007. Maestra en Historia de la Arquitectura por The Bartlett Scholl of Arquitecture de Londres en 2010. Obtuvo la beca Marcelo Zambrano de Cemex en 2009. Igualmente, la beca Jóvenes Creadores del Fonca en 2010-2011 y 2015-2016. Ha expuesto proyectos de investigación y diseño en México, Londres y Roma. Es profesora de asignatura en la UNAM y en la escuela de diseño y arquitectura Centro. Profesora de medio tiempo en la Universidad Anáhuac, campus sur. Fue colaboradora en Nuño, Mac Gregor y de Buen Arquitectos de 2004 a 2008.
“Ever since the first writer plotted a story that unraveled through landscapes made up of buildings, villages and towns, and ever since the first architect began to draw the story of humankind in plan, section, and elevation, literary and architectural narratives have been indelibly bound together.”
—Jonathan Charley
La relación entre arquitectura y literatura ha llamado mi atención desde hace mucho tiempo, no solo porque las dos me interesan, sino por ser prácticas que pueden complementarse. La primera trabaja con el espacio y puede llegar a intervenir materialmente la realidad, la segunda trabaja con el lenguaje y su intervención no es tangible. No obstante, están conectadas. Ambas parten de cuestionamientos existenciales, surgen de una realidad concreta y crean realidades alternativas; son evidencia de un momento histórico específico. “Literature and architecture experience the world in the same way, but arrive at different decisions, and look in different directions.”
El vínculo arquitectura y literatura
Este vínculo existe desde tiempo atrás, pero en los últimos años ha surgido un creciente interés por estudiar y reflexionar críticamente sobre él, como se puede ver en el libro de ensayos The Routledge Companion on Architecture, Literature and The City. Uno de los caminos que me ha interesado explorar es la literatura como herramienta para los procesos arquitectónicos actuales, al igual que como un medio.
En De qué hablo cuando hablo de escribir, Haruki Murakami narra su historia por el mundo de la creación literaria. Al leerlo, es posible identificar coincidencias entre ambas prácticas, lo que lleva a pensar sobre acompañar el diseño de un proyecto arquitectónico con la narración de historias que en él podrían suceder, creando personajes y ambientes. Algunos arquitectos han explorado el camino de contar historias, pero terminaron creando mundos imaginarios en novelas: Arundhati Roy o Nicolás Cabral son sugerentes ejemplos.
El devenir de la relación
En las últimas décadas del siglo XX un grupo de arquitectos comenzó a utilizar la literatura y la narrativa como una forma de oponerse a hábitos dominantes en la profesión. Escribieron en lugar de construir, dibujaron con texto y leyeron como forma de entender. Bernard Tschumi utilizó para Joyce’s Garden el texto literario Finnegan’s Wake de James Joyce a manera de programa para una serie de proyectos estudiantiles. Daniel Libeskind se inspiró en leer y escribir para diseñar Three Lessons in Architecture, máquinas con las que manifestaba que la arquitectura podía ser leída y entendida como texto. Incluso en muchas escuelas se utilizaron publicaciones como Las ciudades invisibles de Italo Calvino para desarrollar ejercicios. Pedro Páramo de Juan Rulfo ha tenido ese mismo uso.
En la introducción de su libro Architecture and Modern Literature, David Spurr indagó acerca del nexo entre ambas creaciones artísticas. Se apoyó en las ideas de Walter Benjamin sobre la relación entre arquitectura y literatura como conjunto de símbolos y narrativas con las que la sociedad se da sentido a sí misma. La arquitectura, según Benjamin, habla directamente de su contenido: la mitología. En cambio, la literatura manifiesta la mitología con historias. Ambas son testimonio de un momento histórico. Si partimos de esto, podría considerarse la importancia de fortalecer la cercanía entre ambas disciplinas.
En el mundo literario es la creación de espacios o la inclusión arquitectónica práctica común, es un complemento activo. Es en la arquitectura donde parece que esa relación no se aprovecha. La literatura podría permitirnos a los arquitectos encontrar estrategias alternativas y enriquecedoras para la creación arquitectónica: observar e interpretar el ambiente construido desde otra sensibilidad, reflexionar críticamente sobre el pasado y el presente, además de ejercer la oportunidad de imaginar futuros posibles; todo con la meta de una producción arquitectónica más consciente, sensible e inspiradora.
Texto: Jimena Hogrebe
Ilustración: Javier Ojeda