Lo primero que suele venir a la mente cuando se piensa en cómo se relaciona el cuerpo humano con la arquitectura es que esta es el resultado de la búsqueda por espacios dónde resguardarse. Sin embargo, este arte y área especializada del conocimiento, guarda también una profunda relación con la reflexión de los humanos sobre sí mismos y su entorno.
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Si bien, pensar que la arquitectura comenzó a tener lugar cuando la especie humana se fue haciendo de espacios para habitar de manera segura, creando una barrera entre su entorno y el propio cuerpo, la relación del cuerpo humano con lo que hoy consideramos como una de las siete bellas artes se ha ido modificando a la par que la humanidad vuelve más complejas sus relaciones consigo misma y con el entorno.
Una manera de poner este tema sobre la mesa puede partir de preguntarse por las pirámides en Egipto o México, ¿qué relación mantenían con estas construcciones las culturas que las llevaron a cabo, qué significaban, por qué hacerlas? y las respuestas que podamos dar para contestar a esto pueden ser muy distintas a las que hoy día se tienen para construir un edificio como el museo de Guggenheim en Bilbao, o el Burj Khalifa, en Dubai.
La relación de la arquitectura con el cuerpo humano, ha sido tan cambiante como lo ha sido la relación de los seres humanos consigo mismos en cada cultura y a través de la historia, especialmente desde una perspectiva occidentalizada, sin embargo, esta puede abordarse a muy groso modo a través de los distintos periodos históricos de la arquitectura y la importancia y significado que en estos se dieron a la antropometría y a la escala de sus edificios.
De las cavernas al periódo clásico: el inicio de la arquitecura
Una vez que en distintos puntos del planeta, diversos grupos humanos optaron por el sedentarismo, las modificaciones para adaptar el entorno comenzaron a ocurrir de una manera más pronunciada y con una finalidad a más largo plazo. Los primeros materiales utilizados para construir, murallas sobre todo, fueron la piedra y la madera.
En la primer etapa de la historia occidental de la arquitectura nos encontramos con el periodo clásico, cuyos protagonistas son los griegos y los romanos. Aunque esto no quiere decir que en otras regiones del mundo distintas culturas no estuvieran creando viviendas y edificios adecuados para su organización social y estilo de vida, los griegos y los romanos son una referencia para entender cómo la arquitectura también expresa la racionalidad de una sociedad estratificada que multiplica su población y diversifica sus actividades hasta el punto de conformar ciudades y eventualmente un estado-nación.
Lo que cabe destacar de la arquitectura de este periodo en relación con el cuerpo humano es que sus edificios más significativos, entre los que se encuentran los templos, es la precisión geométrica, la simetría y la relación de las partes con el todo.
En su arquitectura, griegos y romanos representaban el papel que la razón jugaba para su cultura, pero también la divinidad, la adoración a sus deidades. Ya que estos edificios estaban pensados para albergar a los dioses, su arquitectura es monumental. A través de los espacios esto se traduce en la experiencia de colocar al humano frente a la perfección y grandeza de los dioses.
En períodos históricos posteriores, cuando la razón volvió a ser el eje central de algunas culturas, estas culturas retomaron algunos elementos de la arquitectura clásica.
El Renacimiento y la arquitectura neoclásica
El ícono por excelencia de este periodo de la arquitectura para la historia occidental, es El hombre del Vitruvio, un dibujo anatómico acompañado de notas de Leonardo Da Vinci, en este dibujo está contenida una idea central para la arquitectura de la época: el hombre es la medida de todas las cosas. Corrían, durante la época en la que el Renacimiento tuvo lugar, importantes cambios a nivel filosófico. Europa Occidental estaba atravesando el paso de la Edad Media hacia la Edad Moderna, e incluso las sagradas escrituras estaban en tela de juicio con el surgimiento del protestantismo.
Con la razón nuevamente en la mira, el hombre debía dejar de ocupar el pequeño lugar que había ocupado frente a la perfección de la divinidad, para pasar a ponerse a sí mismo en el centro de todo, lo que también ocurrió por supuesto en la arquitectura.
Es en esta época, tal como se puede observar en El Hombre del Vitruvio, que la arquitectura da un giro hacia la escala humana, su proporción y su belleza, en este periodo surgió la arquitectura neoclásica que retomó elementos de la arquitectura clásica pero cuya escala esta vez se pensó para ser habitada por dioses humanos. Durante el Renacimiento, la antropometría también comienza a ocupar un lugar relevante en la planeación arquitectónica, pero no tanta como ocurrirá en periodos posteriores.
La modernidad, la arquitectura moderna y los rascacielos
La modernidad llegó a la arquitectura a través de la industrialización, sin embargo, se trata en realidad de un conjunto de condiciones que se habían ido gestando desde que tuvo lugar la colonización en el continente americano. El flujo de mercancías y desarrollo tecnológico que sólo fue posible a partir de la colonización derivó con el paso del tiempo y los acontecimientos en otra racionalidad que habría de expresarse también en la arquitectura.
Ahora, en la relación de la arquitectura con el cuerpo humano también habría de plasmarse el afán productivo: el máximo aprovechamiento de los espacios, el cálculo total de los centímetros que de forma estándar requiere un cuerpo humano para realizar cada actividad, desde la cocina hasta el baño. Se comienza a pensar en utilizar el mínimo de materiales posible, la decoración en algunos casos se reduce al mínimo. “Menos es más”, es una conocida frase del arquitecto Mies van der Rohe, propia para describir la lógica de estos tiempos.
El crecimiento de las ciudades tampoco permite que los proyectos arquitectónicos que son viables para el grueso de la población se planifiquen en grandes espacios de tierra por familia. Las casas también se construyen de manera genérica, con materiales pre-fabricados y en fraccionamientos e incluso la infraestructura urbana, en la que se incluyen los espacios recreativos, se planifica para abastecer un número específico de usuarios.
La antropometría juega en esto un papel muy importante, porque permite conocer cuánto espacio requiere un brazo para alcanzar un objeto, una pierna para estirarse o cuánto espacio utiliza una persona que se sienta o duerme, además esto permite que los muebles se fabriquen en cadenas de producción.
Pero no sólo los muebles se fabrican en cadenas de producción, el desarrollo tecnológico permite el abaratamiento de los métodos constructivos y los materiales, y se consigue crear edificios gigantescos construídos por medio de paneles pre-fabricados, la construcción en vertical también permite un máximo aprovechamiento del suelo. Los primeros rascacielos se construyeron en las ciudades de Chicago y Nueva York.
Los rascacielos y otros edificios de escala monumental que hoy día es posible construir, son la forma en la que la arquitectura contemporánea expresa el desarrollo tecnológico y las capacidades humanas. En la actualidad el edificio más alto del mundo es el Burj Khalifa y se encuentra en Dubai, la ciudad más costosa del planeta, aunque Hong Kong sigue siendo la ciudad con más rascacielos.
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