Historia entretejida, por Mariana Loaiza

 

 

En la edición 56 de México DESIGN, la diseñadora y escritora Mariana Loaiza estuvo a cargo de la columna para nuestra edición especial de color. Disfruta aquí del texto completo. 

 


 

En 1919, en la ciudad de Weimar, Alemania, se fundó la que tal vez sea la escuela de arte y diseño más famosa de la historia: la Bauhaus. Aunque solo estuvo operando hasta 1933 por presión del partido nazi, catorce años fueron suficientes para que legendarios artistas, diseñadores y arquitectos caminaran por sus pasillos. Walter Gropius, Mies van der Rhoe y Kandinsky formaron parte de su historia, y entre ellos surgió también una de las figuras más destacables para el diseño: Gunta Stölzl.

La diseñadora escribió con su propio puño la palabra meister sobre su tarjeta de identificación de la Bauhaus en 1926. Meister, y no meinsterin, que es la palabra femenina para maestro. Meister Gunta Stölzl, así de simple. Fue electa por los estudiantes del taller textil, y después de algo de resistencia por parte de los demás maestros, Gunta se convirtió en la primera profesora de la Bauhaus. Hoy en día parece normal que una mujer dirija un departamento, pero antes, incluso en una institución tan disímil del resto, que una mujer tuviera un cargo de esa magnitud era un gran suceso.

Su historia en el diseño se remonta a 1914, cuando se inscribió en la escuela de Artes Aplicadas de Múnich donde estudió cerámica y vidrio, que después abandonaría para ser enfermera voluntaria en la primera guerra mundial. Acabada la guerra Stölzl regresó a Múnich, pero pronto se mudaría a Weimar, a trabajar en los talleres de vidrio y mulares de lo que había escuchado era la escuela más revolucionaria de la época. El siguiente año fue admitida en la Bauhaus, y como era costumbre, fue asignada a una sección donde se enseñaban disciplinas aptas para mujeres, los textiles.

Tal vez hubiera estudiado alguna otra disciplina de haber tenido la oportunidad, pero pronto demostró sus capacidades en esta área, desarrollando así lo que hoy es conocido como el estilo textil Bauhaus. Al inicio, Stölzl estudió con Georg Munche, de quien aprendió a utilizar las técnicas y principios tradicionales de la pintura en textiles, hecho que marcaría su estilo único. Stölzl no solo manifestaba su dominio del color, sino una profusa experimentación con las técnicas de teñido, la composición y los nuevos materiales.

Para 1926 tomó el control del taller de tejido y se dedicó a modernizarlo. Impulsó a sus alumnos a dejar los métodos de creación individuales y comenzar a diseñar con la producción industrial en mente, los animaba a experimentar con los teñidos, acabados y manufactura. Durante su dirección del departamento, y con ayuda de talentosas diseñadoras como Anni Albers, desarrolló nuevos métodos para probar la resistencia y durabilidad de los textiles. Tuvo que abandonar la institución en 1931 a causa del partido nazi, pero siguió produciendo por el resto de su vida.

El trabajo de Gunta Stölzl pasa a la historia como algo más allá de un textil con composiciones impecables y un uso del color nunca antes visto. Cada pieza representa su lucha por llegar a dirigir el departamento de una de las escuelas más importantes de la historia, su capacidad para revolucionar por completo una disciplina y el impacto que sus métodos tuvieron en una industria entera. Claro, su obra es digna de admirarse por sus cualidades estéticas, pero entre sus fibras hay una gran historia entretejida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mariana Loaiza es egresada de la licenciatura de diseño industrial en 2016 de la universidad Centro. en la CDMX. Forma parte del equipo de Joel Escalona Estudio, imparte clases en Centro. y escribe sobre diseño. 

 

 

 

 

 

 

Collage en portada: Diana Arana

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