Casa Mérida es un proyecto residencial unifamiliar de la firma Ludwig Godefroy Architecture, localizada apenas a unos metros del centro histórico de la capital de Yucatán. Lee aquí como lograron concordancia entre la arquitectura de la residencia y sus alrededores mayas, preservando la herencia de este hermoso lugar.
Memoria descriptiva del proyecto
A pesar de que la civilización Maya desapareció antes incluso de que los españoles llegaran a Mérida, se conservan hasta la fecha en la región su lengua y su cultura. Esto lo hace un territorio muy único y especial en México; como una pequeña nación dentro de la nación, con su propia manera de ver la vida.
Otro dato importante es que Mérida tiene un clima templado muy particular a lo largo de todo el año. Las intensas temperaturas pueden llegar hasta los 40°C en mayo, así como a altos niveles de humedad de junio a septiembre, en el temporal de lluvias.
Es por ello que Mérida es una ciudad donde la vida sin aire acondicionado es casi imposible. Además, se volvió bastante usual mantenerlo encendido las veinticuatro horas. ¿Cómo podríamos disminuir su intenso uso? ¿Qué posibilidades nos ofrece la arquitectura?
Con este propósito en mente y mirando hacia el pasado, se presentó la siguiente pregunta: ¿cómo será posible lograr una arquitectura que refleje y considere la identidad yucateca para que esta residencia pertenezca a su entorno? En otras palabras, ¿cómo puede esta casa ser maya?
Casa Mérida explora la relación entre la arquitectura tradicional y contemporánea, conectándola con un uso simple de referencias vernáculas.
Para comenzar, se decidió desconectar la casa de la ciudad para tener un mejor control de la energía. Básicamente creando un aislamiento semejante al del campo pero en medio de un contexto urbano. Tradicionalmente, las casas en Mérida están conectadas con la calle, y para acentuar la desconexión de este proyecto, se escogió una disposición diferente. La sala de estar, cocina y alberca se encuentran al final del terreno, logrando aislarles del ruido de afuera. Así, el área funcional de patio trasero se trajo hasta la parte delantera, para aminorar el ruido naturalmente.
Los espacios exteriores se integraron como parte de los interiores, desvaneciendo la frontera tradicional de dentro y fuera. Aumentando profundidad visual y sensación de amplitud de los volúmenes. La casa no encierra a la gente, se mantiene siempre abierta y respirando, manteniendo un sentido de privacidad.
Para concluir, se integró un sistema de recolección de agua. Este recoge el agua de lluvia a través de recolectores esculturales y la reutiliza en el mantenimiento de los jardines, siendo, al mismo tiempo, parte de la estética del proyecto. Se utilizaron también calentadores de agua solares y paneles para proveer de energía a la casa.
Prescindimos del uso de decoraciones y acabados innecesarios, para preservar el área estructural y sus materiales simples. Los muros mayas de piedra color crema reconectan a la casa con su entorno cultural. Además, se utilizó concreto bruto en pisos y paredes dándole un acabado industrial, aunque producidos en Mérida. El proyecto alcanza un 90% de construcción in site, con uso de materiales y carpintería yucatecas.
Fotografías: Rory Gardiner