Descubre Monte Uzulu, un hotel boutique de Taller LU´UM

 

 

El hotel boutique Monte Uzulu abre sus puertas, y queremos que lo conozcas antes que nadie. Este proyecto conceptualizado por Taller LU´UM te transportará a una atmósfera de calma, relajación y contacto con la naturaleza. Lee aquí todo sobre su desarrollo.

 

 

Memoria descriptiva del proyecto

 

Enclavado entre la exuberante vegetación tropical acariciada por la refrescante brisa del Pacífico oaxaqueño, Monte Uzulu se asoma entre la sombra de huizaches y tachicones, en la pequeña población pesquera de San Agustinillo. El hotel boutique emerge abrazado por la flora de esta comunidad. Misma que preserva el equilibrio que sus pobladores originarios han honrado desde tiempos remotos, reconociendo su eterno vínculo con las bondades de la tierra.

El nombre de Monte Uzulu –proveniente del vocablo zapoteca “gusulú” que significa “el comienzo”– evoca el origen de la vida y la primera conexión entre el ser humano y la naturaleza. Su concepto enaltece la experiencia de ser conscientes, contemplando y entendiendo la belleza de un entorno en armonía.

 

 

La conceptualización y desarrollo del proyecto se comisionó a Alan V. Favero de Taller LU´UM; la arquitectura a Mariana Ruiz de At-te; y el diseño de iluminación a Paola Jose de Sombra Studio. Además, se contó con la colaboración de diferentes profesionales y grupos de artesanos, para cristalizar una experiencia de confort sustentable y de bajo impacto ambiental.

Con el objetivo de cuidar y preservar el entorno natural, la arquitectura y la distribución de los espacios se adaptan a las condiciones del terreno. Así, se respetaron armónicamente los matices terracotas de las laderas, la vegetación y otros elementos existentes, ajustando al máximo la huella del proyecto.

 

Monte Uzulu: un hotel boutique dedicado a bienestar

 

Inspirados en la idea de concebir espacios que transmitan paz y tranquilidad –enalteciendo los matices de la arquitectura local– el interiorismo invita a restablecer una conexión con lo elemental. Esto a través de una experiencia inmersa en la naturaleza. Las once suites poseen una estética minimalista y bohemia. Además, valoran los materiales naturales y las técnicas artesanales presentes. Por ejemplo, en los techos de palapa de las habitaciones superiores. El diseño aprovecha la orientación frente al mar para regalar panorámicas oníricas.  Listas para disfrutarse en sus terrazas bañadas por el sol y un benevolente clima, presente todo el año.

 

 

Por su parte, el diseño de iluminación cobra especial importancia. Logra reflejar la fuerte energía nocturna existente en San Agustinillo, respetando los cielos de la noche y la oscuridad. Así como a las criaturas noctívagas que habitan la selva.

Los detalles conforman un homenaje a los oficios manuales de México, entre los que se encuentran las lámparas de paja y la cestería de Michoacán. El mobiliario en madera tallado por ebanistas oaxaqueños, los textiles de algodón de Teotitlán del Valle y los acabados de cal y barro en los muros. Entre sus amenidades, sobresale la gama de cuidado personal.  Fue elaborada especialmente para el hotel con fórmulas biodegradables a base de aceites esenciales. Su función es brindar bienestar al cuerpo y son amables con el entorno.

 

Compromiso sustentable

 

El respeto por la vida silvestre es un compromiso contundente y tangible. La utilización de materiales endémicos en la edificación, así como la disposición de avanzados sistemas de captación pluvial y tratamiento de aguas, garantizan la completa sustentabilidad de los servicios.

La experiencia de alojamiento será complementada con la propuesta del restaurante Temporada. Este resaltará la frescura de ingredientes estacionales de origen orgánico, provenientes de productores locales. Su menú observará los ciclos de cosecha para ofrecer los mejores sabores que la tierra convida en el momento.

 

 

En Monte Uzulu la impronta es la máxima relajación y los placeres hedonistas. Por ello, disponen de sesiones privadas de meditación, yoga, servicios de masajes y temazcal y lecciones de surf. Además, los visitantes pueden adentrarse en la comunidad mediante actividades complementarias. Estas les permitirán conocer las fincas cafetaleras, realizar caminatas por la sierra o descubrir la laguna bioluminiscente de Manialtepec.

 

Fotografía: Elke Frotscher y Manuel Zúñiga

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